RESUMEN DE HOY

Romance de la superioridad moral

Opinion
Raquel Peláez
Tiempo de lectura: 2 min
Romance de la superioridad moral

Romance de la superioridad moral

Resumen generado por IA

El artículo reflexiona sobre la experiencia de usar el metro en Madrid y la percepción social del transporte público. Se critica la asociación del transporte colectivo con la pobreza y la creciente tendencia a mercantilizar servicios básicos. El autor cuestiona la idea de 'orgullo de clase' al usar el metro y analiza cómo la 'clase media' ha sido utilizada para neutralizar las diferencias sociales. Se destaca la paradoja de una sociedad que valora lo 'premium' mientras se critica a quienes defienden la igualdad.

Este resumen ha sido generado automáticamente por inteligencia artificial y puede contener imprecisiones.

De pie, en un habitáculo de la línea cinco (verde que te quiero verde), respondo a una llamada telefónica. Lo hago únicamente porque es un asunto laboral. Me disculpo. Quizá no se me escuche muy bien: estoy en el metro. Mi interlocutora me dice en un tono extrañamente compasivo que no me preocupe, que ella también lo usa y que además decirlo tiene algo muy honrado, “como de orgullo de clase” (sic). Se me drapea el ceño. Por supuesto que conozco la connotación negativa de los transportes colectivos frente al coche en una ciudad en la que generar dióxido de carbono es un indicador de estatus, y donde el estatus no se mide por la capacidad para acceder al confort, sino por el sadismo para impedir que otros lo disfruten. No me pilla por sorpresa el histórico desprecio matritense por la forma más limpia —incluso a veces más rápida— de moverse por la metrópoli, pero nunca antes me habían hablado de un acto cotidiano urbanita como una forma de activismo político. ¿Me acaban de llamar heroína o zarrapastrosa? Salgo a la ardiente superficie, vislumbro el arbolado urbano (verde viento, verdes ramas) y la luz del día ilumina una idea: ahora entiendo por qué la primera socialdemocracia inventó el concepto de clase media. Porque esa etiqueta neutralizaba las intenciones de los que quisieran asociar los servicios públicos a la pobreza y lo colectivo, a lo problemático. Y porque en la utópica medianía nadie es rico pero nadie es pobre. ¡Por la gloria de Olof Palme! Quién iba a sospechar que la abundancia acabaría convirtiéndonos en sociedades adictas a lo premium y que los defensores de la igualdad serían acusados de superioridad moral. En las estaciones de trenes de alta velocidad los meódromos han sido marcados con una vitola de lujo y por cada apretón cobran un euro, en los aviones, que nos separen con una cortina del resto cuesta parné y ya ni en las gasolineras es posible conseguir agua sin pagar. Eso sí, el aire acondicionado en el Metro de Madrid aún es gratis. Y yo sigo en mi baranda, verde carne, pelo verde.

¿Qué impacto puede tener esta noticia?

Reflexión sobre la estigmatización del transporte público y su relación con la clase social.

Crítica a la mercantilización de los servicios básicos y la creciente obsesión por lo 'premium'.

Análisis de cómo la idea de 'clase media' ha evolucionado y su papel en la sociedad.

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