Un hombre con pulsera antimaltrato podía desactivarla en 11 segundos con cuatro clics

Un hombre con pulsera antimaltrato podía desactivarla en 11 segundos con cuatro clics
Resumen generado por IA
En agosto de 2024, trabajadores del centro Cometa descubrieron que un agresor podía desactivar la pulsera antimaltrato en 11 segundos. En marzo de 2025, esto seguía siendo posible. Se han registrado alrededor de medio centenar de incidencias desde que comenzó el servicio con Vodafone y Securitas, incluyendo fallos en el posicionamiento, alertas incorrectas, órdenes inapropiadas, falta de personal y de material, y falta de formación.
Este resumen ha sido generado automáticamente por inteligencia artificial y puede contener imprecisiones.
En agosto de 2024 unos trabajadores del centro Cometa ―el que hace el seguimiento de los dispositivos antimaltratadores― grabaron un vídeo en el que se muestra cómo en solo 11 segundos un agresor podía desconectar la pulsera. En el clip se ve que el usuario tiene la posibilidad de gestionar permisos para vincularse a dispositivos cercanos. Es decir, para tener el móvil conectado, o no, al brazalete que llevan en la muñeca, sin que saltara ninguna señal. Sin pulsera y dispositivo vinculados, y sin alerta en el sistema, podía moverse por donde quisiera. En marzo de 2025, el acta de una reunión entre la plantilla de ese centro, Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y adjudicatarias (Vodafone y Securitas) refleja que eso, siete meses después, seguía siendo posible.
Alrededor de medio centenar de incidencias
Desde el 17 de septiembre, este diario ha tenido constancia a través de múltiple documentación de alrededor de medio centenar de incidencias desde que comenzó el servicio con las últimas adjudicatarias, Vodafone y Securitas, y al menos durante un año y medio. Y no han afectado solo a los dispositivos, han sido múltiples y en diversas áreas. Desde fallos en el funcionamiento del centro, en la gestión de los recursos humanos, la plataforma con la que trabajan y los dispositivos.
Entre ellas hay errores en los posicionamientos, a veces de kilómetros; aparatos que emiten alertas sin motivo y otros que no saltan a pesar de que el agresor haya entrado en la zona de exclusión fijada; órdenes dadas por superiores a los técnicos que no pueden hacerse por protocolo como cerrar alertas sin seguir el procedimiento; falta de personal tanto en la sala de control como en el equipo de campo, el que se ocupa de instalar, desinstalar y mantener y revisar los dispositivos.
También carencia de material en momentos puntuales, o falta de formación tanto en el sistema con el que trabajan como con los dispositivos o en el ámbito en el que esto se enmarca, la violencia de género y la sexual.
¿Qué impacto puede tener esta noticia?
Aumento del riesgo para las víctimas de violencia de género.
Pérdida de confianza en el sistema de protección.
Posible revisión y mejora de los protocolos de seguridad.