Una boda y un funeral

Una boda y un funeral
Resumen generado por IA
El artículo describe el congreso del Partido Popular como un evento predecible, lleno de lugares comunes y formalidades. Se critica la falta de originalidad y la inclusión de figuras diversas, desde Cayetana Álvarez de Toledo hasta Íñigo Méndez de Vigo, en un ambiente que recuerda a un festival. Se destaca la importancia de las formas y la participación de todos, a pesar de la aparente falta de sustancia en los discursos.
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Todos los congresos se parecen. Tras hora y media en la silla, incluso el más zelote de los compromisarios escucha los lugares comunes con los que el Partido Popular se describe a sí mismo con el espesor de un ruido de fondo: la frase “ofrecemos un proyecto ilusionante para España y los españoles” podría intercambiarse por “el Estado Libre de Kampuchea envía un mensaje de solidaridad a los pueblos del mundo”. Nadie se daría cuenta. De hecho, buena parte de las formalidades congresuales hoy podrían tramitarse con el envío de un par de adjuntos para aceptación y firma: la rendición de cuentas de la gerente, de la secretaria general, e incluso —en el raro mediodía de unanimidad que acaba de vivir el PP— también la ponencia política y la estatutaria. Sin embargo, como le gusta afirmar a Alberto Núñez Feijóo, las formas lo son todo. Y del mismo modo que uno no vive las procesiones de Sevilla sin esperas, apretujones y dolor plantar, para experimentar el cónclave del PP en su plenitud también hay que entregarse a la extenuación y resistir no solo lo que tiene de congreso de partido comunista bielorruso sino lo que tiene de Festival de San Remo. Porque aquí, al modo democristiano, participa todo el mundo: Cuca Gamarra haciendo el elogio fúnebre de sí misma al despedirse, Xavier García Albiol —se ha querido contar con los poetas— dando y quitando los turnos de palabra, y hasta Monago, ¡Monago!, en un papel protocolario, pero también con acceso a la gloria del micro. Como decía Zaplana, un partido es también una familia. Y ha de haber lugar para todos. Para la mordiente intelectual de Cayetana Álvarez de Toledo y para los carraspeos de Beatriz Fanjul. Para la ira de aleación purísima de Aznar y la inteligencia oblicua de Rajoy. Para los tatus de Noelia Núñez y la guayabera con la que Íñigo Méndez de Vigo se ha paseado por IFEMA como un general centroamericano en el exilio. “Se puede ser lo que uno quiera y del PP”, ha dicho esta arde Feijóo al presentar a su equipo: el Jaime de los Santos que escribía artículos sensibles sobre arte o un Miguel Tellado que no ha llegado a la secretaría general para citar a filósofos.
¿Qué impacto puede tener esta noticia?
Refuerzo de la percepción de que los congresos políticos son eventos rutinarios y predecibles.
Posible aumento del escepticismo y la desconfianza hacia los partidos políticos y sus líderes.
Potencial polarización del debate público al destacar las diferencias ideológicas y personales dentro del PP.